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Presenció un asesinato a los 8 años, esquivó la prisión pese a dos condenas firmes y se convirtió en un ícono de la NBA: la increíble vida de Allen Iverson
Aug 11, 2020 10 mins, 0 secs
En el centro de la escena, Allen Iverson, la estrella deportiva de la ciudad, figura de los equipos de fútbol americano y básquet del secundario Bethel.

Lo llamativo es que sólo Iverson y parte de su grupo fueron acusados de atacar con sillas, con Allen llevándose la peor parte: procesado por golpear a una mujer blanca con una silla en su cabeza, a partir de la declaración de Brandon Smith, empleado del lugar y compañero de Iverson en Bethel.

Los condenados, entonces, sólo fueron los negros (Iverson y sus amigos Melvin Stephens, Samuel Wynn y Michael Simmons) y lo que más impactó fue la pena que le dieron a un chico de 17 años envuelto en una pelea de bar que no había tenido heridos de gravedad: 15 años de prisión, cinco efectiva y 10 en suspenso.

Aquel hecho fue el primero pero no el único grave que protagonizó Iverson durante su carrera que, dentro de la cancha, fue brillante pero que afuera tuvo de todo y más una vez pudo herirla de muerte...

Pero, claro, Iverson fue siempre un rebelde, a veces con causa y en otras, no tanto.

Una estrella que se movió lejos del profesionalismo ideal: amigotes, noche, fiestas, chicas y, claro, algunos excesos… Una figura construida a lo Iverson, a su modo, el que le enseñaron en las calles de Hampton...

Pero no le tenía miedo a nada, ni a nadie, como en la calle.

Es cierto, con no tan buenos porcentajes (42.5% de campo), con cuestionable selección de lanzamientos, pero siempre tirando del carro, en equipos con escasas figuras, siempre arriesgando el físico, yendo al frente.

Fue la temporada en que fue elegido el mejor (MVP) tras promediar 31.1 puntos, 4.6 asistencias, 3.8 rebotes y 2.5 asistencias.

Porque, ojo, además de anotar, Bubba Chuck -como lo apodaron- era como un demonio de Tasmania que estaba en todos lados, siempre agresivo y dispuesto a ayudar al equipo en la búsqueda del triunfo.

Jugaba desatado, como en el playground, pero a la vez cuidando las espaldas de los compañeros, con grandes instintos defensivos.

Pero, claro, antes de ser uno de los 30 mejores jugadores de la historia y para algunos el jugador bajo más dominante, Iverson fue una estrella de fútbol americano en la región.

Ocupó muchas posiciones en su adolescencia (receptor, líbero –safety-, corredor -running back-, defensive back y hasta retornador de patadas), todas con trascendencia y varias en un mismo partido, pero en la que más brilló fue como mariscal de campo.

El coach fue a ver el partido anterior, para scoutear a su rival y presenció cómo Iverson dio vuelta un partido que perdía 16-0.

Corrió para un touchdown, retornó una patada para otro más, lanzó para 201 yardas e interceptó dos pases en defensa para la paliza por 27-0 y el primer título estatal desde 1976.

El estadio se llenaba para ver su juego electrizante –similar a lo que pasaría años después en la NBA- y el equipo ganaba casi siempre.

Aseguran que el que más lo seguía era Florida State, uno de los programas top de USA, para reemplazar a Charlie Ward, aquel base de los Knicks que brilló como mariscal universitario para luego dar el salto a la NBA.

Y la madre, que lo tuvo con apenas 15 años, debió enfrentar una vida para la cual no estaba preparada, con dos trabajos diarios para mantener una casa subvencionada por el estado ubicada en uno de los barrios más ásperos de Hampton.

Podríamos haberlo arrestado… Pero preferí llamar a mi jefe para avisarle que te llamaría primero a vos.

Koz, como le decían, agradeció el gesto y fue a hablar con Allen.

Koz entendió entonces que la culpa no era suya, pero le dijo que no lo hiciera más, porque sus sueños de ser profesional del deporte se irían para siempre si lo arrestaba la Policía….

Otros creyeron que eso pasaba sólo porque era negro y exitoso, que la hegemonía blanca buscaba dar un mensaje, más todavía a un deportista que era visto como arrogante, incluso para una parte de su comunidad, según se puede apreciar en el documental “No Crossover: The Trial of Allen Iverson”.

Se trata de un episodio de la afamada saga 30x30 de ESPN que dirigió Steve James, justamente un nativo de Hampton, tal vez la persona ideal para hacerlo, por ser blanco y conocer todo el trasfondo que siempre existió en la ciudad.

“Las plantaciones (de esclavos) del siglo XXI son las penitenciarias”, gritó Joyce Hobson, organizadora de las protestas para pedir por la liberación de Allen y sus amigos.

“Mis padres nos mandaron a todos a la facultad, pero nos dieron permiso para pelear ante cualquier persona que nos dijera ‘nigger’ y no por nuestro nombre, como pasó con Iverson.

Allen fue a una penitenciaria de mínima seguridad y con más comodidades, trabajó en la panadería y podía tirar en un aro del patio.

Lo cierto es que, para mediados del 93, Iverson ya estaba en libertad aunque el problema con la Justicia había espantado a muchas universidades.

Así pasó y, rápidamente, Iverson se destacó en el básquet (20.5 puntos y 4.5 asistencias en la primera temporada).

Iverson jugó una temporada más (25 puntos y 4.7 asistencias para ser nombrado en el quinteto ideal de la nación) antes de dar el salto a la NBA, que apuró por la enfermedad de su hermana, que necesitaba medicamentos onerosos.

Sus impactantes números (23.5 puntos, 7.5 asistencias, 4.1 rebotes y 2.1 robos) le permitieron ser elegido el Mejor Novato del Año.

Pero no sería Iverson si no vendría con el combo completo… Y a lo grandioso en la cancha lo matizó con controversias afuera.

Le daban verdaderas palizas, pero él siempre se levantaba y volvía”, contó Pat Croce, presidente de la franquicia de 1996 a 2001, en una nota con Bleacher Report.

En la siguiente temporada, Iverson saltó a 28.4 puntos y el equipo ganó 49 partidos, pero los problemas volvieron, en este caso con Larry Brown, un coach de la vieja guardia (en ese momento de 60 años), que representaba lo opuesto a Iverson.

“He entrenado a Reggie Miller, Danny Manning, Bobby Jones, Billy Cunningham, Dan Issel y David Thompson, pero nunca me enfrenté a un desafío como él”, admitió.

Pero Iverson también me llamó y me pidió que lo echara”, recordó Croce al sitio Bleacher Report, en 2014.

Y Larry, a Allen no le gusta cuando lo tratas como un guardia blanco de la cárcel, como diciendo ‘nigger, siéntate’.

“Se viene la temporada más importante de mi carrera”, le aseguró, sabiendo que la caída del Imperio Bulls había dejado el Este más abierto que nunca.

El 10-0 del equipo para iniciar la campaña lo reflejó.

Pero él nunca dejó de ir al frente.

Pero él no hizo caso y, cuando vio que el rival lo sobremarcaba y su tiro no estaba ahí (8-27 de campo), repartió 16 asistencias para que el equipo llegara a la ansiada final del Este en un final agónico (88-87).

Abajo 2-1, Iverson volvió para el cuarto.

Pero volvió: sus 28 puntos y 8 asistencias lo convirtieron en el héroe del 2-2 a domicilio.

Nada intimidó ni detuvo a Iverson, autor de 46 puntos en el 6° y 44 en el 7° para llegar al escenario que siempre había soñado: la final de la NBA.

Anotaba 46 puntos, daba seis asistencias, robaba cinco pelotas y bajaba cinco rebotes para protagonizar un soliloquio digno de una megaestrella.

Phil Jackson mandó al insoportable Tyronne Lue para sacarlo del juego pero hay una mítica foto que resume cómo terminó el experimento: Lue en el piso tras quedar ridiculizado por una nueva conversión de su atacante y Allen pasándolo por encima con un paso largo, evitando pisarlo.

La serie se presentaba como Iverson contra los Lakers.

La derrota, sin embargo, no menguó el status de Allen, quien de repente se confirmó como un héroe, un chico inspirador, capaz de jugar, en silencio, con torceduras, dedos dislocados, inflamaciones, contracturas, sinovitis y hasta fracturas, como pasó con su mano izquierda en la siguiente temporada.

El equipo pudo estar completo en sólo tres partidos (de 82) y la derrota en primera ronda de playoffs ante Boston dejó secuelas: volvió a hablarse de su falta de compromiso, de sus faltazos a las prácticas y Allen sintió que lo estaban haciendo quedar como un vago.

Iverson se entregaría 13 días después para enfrentar 14 cargos por los que se arriesgaba a un total de 70 años de prisión.

En 2003, sintiendo que lo suyo con Iverson era etapa cumplida, el técnico Larry se mudó a Detroit para potenciar los Pistons que serían campeones en 2004 y subcampeones en 2005.

Ese año, justamente, pondrían fin a una gran campaña de Allen, goleador NBA con 30.3 puntos, al eliminar a los 76ers en primera ronda de playoffs.

En la siguiente temporada (05/06), The Answer subiría la media a 33 tantos, pero al equipo le iría peor pese a tener como compañeros a Chris Webber, Andre Iguodala y Kyle Korver.

Tras diez años como símbolo de los Sixers, Iverson era canjeado a Denver por Andre Miller, Joe Smith y dos picks de primera ronda.

Lo lograron en la primera campaña, con el #3 anotando 26.4 puntos y los Nuggets ganando 50 partidos, pero la barrida ante los Lakers en primera ronda cortó la ilusión.

Para cerrar su carrera volvió su amada Philadelphia, pero apenas jugó un puñado de partidos (24).

Regresó a Estados Unidos para recuperarse pero nunca a Turquía y tampoco a la NBA, pese a diversos intentos.

No sin polémicas, como casi siempre.

Allen fue un transgresor cultural que, con una onda particular y una actitud desafiante, unió el deporte con el hip hop como nunca antes nadie había podido.

Allen reinventó la imagen de la estrella pero, en el camino, desafió la impoluta imagen que la NBA tenía gracias al marketing trazado por Stern.

Así fue que, en el 2005, con apoyo del sindicato de jugadores, Stern estableció un código de vestimenta que se conoció, entre bambalinas, como la Ley Iverson.

Para quienes infringieran la disposición dispuso multas de hasta de 10.000 dólares y sanciones más graves por repetidas violaciones.

Sólo les dijo que la manera de vestirme no cambiará mi forma de ser”, dijo el fiel representante de la cultura callejera para finalizar con un mensaje más duro contra Stern y compañía.

Es mucho más que una estrella en la cancha.

Pero, claro, nadie, a lo largo del tiempo, podía vivir como lo hacía Allen.

En el 2003, por caso, los periodistas argentinos fueron testigos durante el Preolímpico en Puerto Rico que Iverson, integrante del seleccionado de USA, se movía con un séquito de al menos 20 personas, más que nada amigos, formando casi una banda de adolescentes.

Por eso quiso volver a la NBA, incluso a la G League, pero nunca pudo concretarlo, en parte porque aseguran que desde la organización nunca se lo facilitaron...

En realidad, tras unas mini vacaciones, Allen nunca los devolvió en la fecha pautada y ella dijo que tenía miedo por la adicción de su ex.

Un problema que confirmó Stephen Smith, el periodista más cercano a la estrella.

Iverson, de alguna forma, sigue siendo una inspiración para muchos

Como cuando era ese “petiso” de 1m83 que se animaba ante todos, capaz de desafiar a los más grandes, de jugar dolorido, lesionado, y de guiar a grandes triunfos a un equipo sin otras figuras

Amado por muchos, rechazado por algunos, lo que seguro no puede renegar Allen Iverson es de haber hecho las cosas a su manera…

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