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“The Americans es exagerada”: la verdadera historia de la espía de la KGB en EE.UU. que inspiró una de las mejores series del siglo
Jan 17, 2022 4 mins, 35 secs

Elena Vavilova tuvo una vida de novela.

Primero transitaron un entrenamiento militar en su país para convertirse en agentes encubiertos en el extranjero, también llamados “ilegales”.

Allí, Elena y Andrei se despojaron de sus identidades, su nacionalidad y su historia para convertirse en Tracey Ann Foley y Donald Heathfield, los nombres de dos personas que habían muerto años atrás.

Durante aquella primera misión nacieron sus hijos, Tim y Alex, quienes -según ellos- nunca supieron la verdadera identidad de sus padres hasta que agentes del FBI se la revelaron mientras detenían a los espías en su casa, en las afueras de Boston, en 2010.

Vavilova vio un reflejo de su vida de novela cuando vio junto a su marido The Americans, la serie de acción de FX que cuenta la vida laboral, familiar y social de una pareja de espías soviéticos en Estados Unidos.

“Cuando vi la primera temporada, me di cuenta de que tomaron prácticamente nuestra historia y la convirtieron en serie.

La serie es bastante exagerada”, dice Elena en una entrevista con LA NACION por Zoom desde su casa en Moscú, donde vive con su marido desde 2010, cuando lograron volver a su tierra natal gracias a un intercambio de prisioneros.

Por eso pensé en contar la historia de nuestra familia, pero desde el punto de vista de la mujer, porque la mayoría de las historias de espías son sobre hombres, como James Bond”, expresa, sobre el origen de su libro, La mujer que sabe guardar secretos (Roca Editorial / Penguin Random House).

La historia de Vavilova y su marido tiene varios puntos en común con la de Philip y Elizabeth Jennings (Matthew Rhys y Keri Russell), los protagonistas de la serie estrenada en 2013 y que se extendió por seis temporadas.

El creador de The Americans, Joe Weisberg, tenía tal fascinación por el mundo de los espías -a partir de la voraz lectura de las novelas de John le Carré en su infancia- que logró entrar a la CIA, donde trabajó entre 1990 y 1994.

Por eso, cuando leyó sobre la “Operación Historias Fantasma” en 2010, lo usó como disparador para cumplir su sueño de realizar una serie de espías, aunque con un giro: trasladar su historia a la década del 80.

Una forma obvia de remediar eso para la televisión era retenerlo en la Guerra Fría”, contó Weisberg a la revista Time antes del estreno de la serie.

Wesiberg se explayó además en revelar por qué se enfocó en la historia de la familia Jennings: “Los padres [espías] no les dicen a sus hijos lo que hacen porque se lo dirían a todos sus amigos y ese sería el final de su carrera.

Esos dilemas e inquietudes de la vida familiar de un espía son, de hecho, uno de los puntos que Vavilova considera bien retratados en The Americans.

Y mostraron que existía un problema sobre cómo criar a sus hijos”, expresa esta mujer, que vio la serie junto a su marido en Moscú, donde nunca la transmitieron oficialmente.

Pero lo “más impactante” para ellos fue ver en la pantalla que los Jennings tenían que llevar a cabo operaciones “extremas”, y que debían recurrir frecuentemente al sexo y la violencia para obtener información.

Weisberg, en cambio, defiende que el sexo es una herramienta clave para los espías.

La KGB hizo eso ofreciendo dinero a la gente, chantajeándola o atrapándola sexualmente, es decir, convencían a un hombre o una mujer de que estaban enamorados de ellos para obtener lo que querían de ellos.

Hay otro aspecto de la serie que, para Vavilova, está prohibido en el manual del buen espía: la amistad que entablan los Jennings con su vecino, Stan Beeman (Noah Emmerich), agente de contraterrorismo del FBI.

“Nos dijeron que nunca tuviéramos amistades o incluso vínculos con oficiales de policía, agentes del FBI o políticos de alto cargo porque a veces verifican con quién tienen conexión y podríamos ser objeto de un tipo de estudio del Servicio Secreto, además de que esas personas están capacitadas para notar algunos pequeños detalles y se darían cuenta de quiénes éramos”, menciona la excoronel de la KGB, quien agrega que, ante ese escenario, ellos se habrían mudado a otro domicilio.

Los espías fueron acusados en un tribunal federal en Manhattan una semana después, donde todos se declararon culpables de actuar en secreto como agentes del gobierno ruso.

Entonces comenzó una larga batalla judicial para recuperar la ciudadanía del país donde nacieron, una pelea que llegó hasta la Corte Suprema, donde obtuvieron una victoria.

“¿Por qué un niño que creció toda su vida creyéndose canadiense, decidiría arriesgar la vida en prisión por un país en el que nunca había estado ni tenía vínculos?”, dijo Tim en The Guardian.

Y esta es una habilidad que todos necesitan en la vida, para convertirse en un buen hombre de negocios, en políticos prominentes… todos necesitan conectarse con la gente y hacerlo de la manera correcta.

Cuando la gente piensa “estos espías trabajan contra la gente y los ven como enemigos”, eso no es cierto.

Y la vida cerca de Boston, donde vivíamos, era bastante más tranquila que en Moscú.

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